Morille es un pueblo de la provincia de Salamanca, y cuando digo pueblo quiero decir exactamente pueblo. Calles sin asfaltar, perros que pasean por ellas en libertad, sin correas ni collares, vecinos que encalan afanosamente las fachadas de sus casas, mucho campo y mucha ganadería, principalmente bovina y caballar. Morille es por tanto un pequeño pueblo, pero alberga un tesoro: el
alojamiento rural Vía de la Plata.

En la parte alta de este tradicional municipio salmantino se encuentra un caserón que ha sido construido respetando las formas y costumbres de la zona pero que en su interior reúne once habitaciones tipo dúplex con todo lujo de comodidades. Todas ellas tienen salida a terraza y a un jardín interior en proceso de expansión, con unas vistas formidables al campo charro.

¿Qué podemos encontrar en Morille y concretamente en Vía de la Plata? En primer lugar un trato exquisito por parte de Antonio y María José, los dueños, una pareja que ha hecho de este alojamiento rural su proyecto de vida. Como nos decía la propia María José: “esto no es un proyecto de negocio, esto es un proyecto de vida”. Y hay que tener un par para planteárselo y llevarlo a cabo. Desconozco qué han dejado atrás y tampoco es un asunto que me interese, pero cuando se toman decisiones importantes siempre hay renuncias, y con toda seguridad esta pareja, en algún momento, hizo borrón y cuenta nueva para apostar por otro futuro. Y merecen tener éxito.
¿Qué más podemos encontrar? Una gastronomía de fábula. Platos típicos de la zona pero con detalles de alta cocina. Todos ellos salidos de las manos y de los fogones de Antonio, y servidos por María José. Un placer para el paladar. Y no os digo nada de los desayunos: tostadas de pan de pueblo (me río yo de panishop), dulces típicos, zumo de naranjas recién exprimidas...

Pero aquí no acaba la cosa. Morille también ofrece absoluta tranquilidad, un enorme silencio, solo roto por el relincho de algún caballo, el sonido de un cencerro o el canto de las aves, y una imagen impresionante de la bóveda celeste en las bellas noches que escapan de la contaminación lumínica. Imposible contar todas las estrellas. Y muy posible ver alguna fugaz, de las que necesitamos de vez en cuando para pedir un deseo.

En los alrededores de Vía de la Plata se pueden hacer rutas en bicicleta (por gentileza del alojamiento, las bicis son gratuitas) y adentrarse por estrechos caminos pedregosos entre innumerables fincas de toros (que todo hay que decirlo, imponen bastante).

Morille es un pueblo para el disfrute de la naturaleza, con la ventaja de que su particular ubicación lo convierte en centro de operaciones para realizar distintas visitas. A tan solo 18 kilómetros se encuentra Salamanca, donde el viajero puede disfrutar de la ciudad universitaria por excelencia, combinando el ambiente de la urbe con la tranquilidad del retiro en el pueblo. En hora y media nos podemos adentrar en Portugal, visitando lugares tan pintorescos como el Parque Natural de Arribes del Duero, o disfrutando de un
crucero ambiental por aguas internacionales desde la Estación Biológica Internacional de Miranda do Douro, con España a un lado y Portugal al otro, una excursión imprescindible. Y también tenemos relativamente cerca la ciudad amurallada de Ávila, cuna de Santa Teresa de Jesús, un gran descubrimiento.
A todos los amantes de la naturaleza y del turismo rural os recomiendo este viaje y por supuesto este alojamiento.
Vía de la Plata.
No apto para los muy urbanos.
La estancia ha sido por gentileza del
Congreso Geriátrico de Valladolid, patrocinador del
concurso de relato breve “Envejecer Vale”.